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LA MISA: LITURGIA CENTRAL DEL CRISTIANO
1. Los "ritos" ocupan un lugar importante en nuestra existencia. Hay cosas que siempre
las hacemos de la misma manera, de modo que si alguna vez la cambiamos, nos encontramos desorientados. Por ejemplo: nos levantamos,
duchamos y vestimos del mismo modo, tenemos una manera particular de abrir y cerrar las puertas, de cebar mate... Y eso no
nos parece "aburrido", sino que forma parte de nuestra propia vida.
2. Hay ritos que nos identifican como pertenecientes a un grupo, (usar los colores de un equipo de fútbol), o implican
pertenencia a una nación (saludar a la bandera, cantar el himno, festejar las fechas patrias). Esos ritos y signos
nos definen como hinchas de tal equipo, o nos determinan como argentinos.
3. Jesús, a sus seguidores también nos da unos ritos que nos hacen ser quienes somos, para qué somos su Iglesia
y cuál es nuestra misión en el mundo. Jesús asume así algo muy humano, muy propio de nuestra condición natural, para comunicarnos
su vida y hacernos capaces de cumplir la misión que nos encomienda. Por eso, si bien la liturgia se compone de
ritos, es mucho más que "rito". Lo ritual es un instrumento, un signo, para darnos algo mucho más profundo.
4. ¿Qué es entonces la liturgia? Es una celebración de la Iglesia. Es una celebración en la que Jesús mismo reúne
a su Iglesia y El mismo se hace presente para renovar la salvación. En la liturgia, la Iglesia, gracias al Espíritu
Santo, celebra y realiza la salvación que Dios obra constantemente en la historia por medio de Jesucristo.
Por la liturgia se hace presente la única acción salvadora de Dios. Jesús muerto y resucitado asume, toma toda nuestra
vida, nuestros "gozos y esperanzas", nuestras tristezas y lágrimas y las presenta a su Padre. Al mismo tiempo nos consuela,
nos fortalece, nos une, nos vivifica para que seamos sus representantes (= Iglesia) en el mundo y la historia. (Alabamos a
Dios y Él nos santifica). Es la fuente y el culmen de la vida y la actividad de la Iglesia.
5. Durante el año, cada domingo, vamos celebrando lo que Dios hizo por nosotros y para nuestra salvación. Celebramos el
MISTERIO de la Salvación. Es decir, los ACONTECIMIENTOS históricos por los cuales Dios salva a la humanidad. La liturgia
va celebrando y haciendo presentes hoy esos aconteci mientos o misterios. Por eso el período de celebración de esos hechos
es llamado AÑO LITÚRGICO.
ADVIENTO: 4 semanas de preparación a la Navidad en las cuales, recordando que Jesús vino, lo reconocemos
presente y disponemos nuestra vida para preparar su futura venida gloriosa al final de la historia.
NAVIDAD: La Iglesia contempla a Dios que se hace hombre. La comunidad se compenetra de Jesucristo que viene
a compartir nuestra vida.
EPIFANÍA: Dios, hecho hombre, se manifiesta a todos los hombres, como Señor y Salvador.
CUARESMA: Tiempo de preparación a la Pascua. Tiempo de oración, reflexión, conversión, penitencia, compartir.
SEMANA SANTA Y PASCUA: Celebración de la Pasión, Muerte, Resurrección y Ascensión del Señor.
PENTECOSTÉS: Celebración de la Venida del Espíritu y del Nacimiento de la Iglesia.
TIEMPO DURANTE EL AÑO: (Entre Epifanía y Cuaresma y entre Pentecostés y Adviento). Así se llama porque
en su transcurso casi no se celebra ningún acontecimiento especial de la Vida de Jesús. Es un tiempo para repensar la fe y
las actitudes de la comunidad, para celebrar la historia de cada día, para potenciar la vocación eclesial de servicio, para
celebrar ciertas verdades de la fe.
6. LA MISA. Si la liturgia es fuente y culmen de la vida eclesial, la CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA es eso mismo para
la liturgia. Es corazón, centro dinamizador de la comunidad y su expresión más plena. La celebración eucarística es la misma
Iglesia en acción. En ella el MISTERIO (=Acontecimiento de salvación) se hace anuncio, proclamación, EVANGELIO.
La Palabra de Dios es la Buena Noticia de la Salvación; es la salvación de Dios hecha Palabra. Después de
la celebración de la Palabra, en la Misa celebramos la Eucaristía, es decir, la Cena del Señor, que hace presente sacramentalmente
la muerte y resurrección del Señor; hace presente, en signo, a Jesucristo que muere y resucita por nosotros. El hecho clave
y salvación total -Cristo muerto y resucitado-, se hace presente en forma de comida y bebida. En la comunidad reunida que
celebra la Misa no se repiten la muerte y resurrección, porque Cristo murió y resucitó una sola vez para siempre, pero se
hacen presentes esa muerte y resurrección. Aquello que se proclamó en la Liturgia de la Palabra (Evangelio, Buena Noticia)
se hace presente como sacramento (en signo, pero realmente) en el Pan y el Vino de la Eucaristía. Esquema:
+ Ritos introductorios: procesión de entrada, saludo, rito penitencial, (gloria), oración colecta. + Liturgia
de la Palabra: lectura del A.T., Salmo responsorial, lectura del N.T., aleluia, Evangelio, homilía, profesión de fe, oración
de los fieles. + Liturgia Eucarística: presentación de los dones y oración;
- Plegaria Eucarística: prefacio, santo, epíclesis (invocación), consagración, anámnesis (memorial), oblación,
intercesiones, doxología (glorificación); - Comunión: Padre Nuestro y embolismo, saludo de Paz, fracción del pan
y Cordero, comunión, acción de gracias, oración. + Ritos conclusivos: (avisos), bendición, despedida.
7. SACRAMENTOS. Los Sacramentos son signos, señales, gestos por los cuales Dios nos hace encontrar con Cristo
Salvador. Es Cristo que se nos acerca en distintas circunstancias.
+ Bautismo. Es un encuentro con Jesucristo muerto y resucitado que nos hace hijos de Dios como Él y miembros
de la Iglesia, perdonándonos todo pecado por el lavado con agua. + Confirmación. Los bautizados, hijos de
Dios y templos del Espíritu, se encuentran con Cristo que, "sentado a la derecha del Padre", nos envía el Espíritu Santo.
En ese encuentro el Señor nos hace como Él, donadores del Espíritu, sus testigos y misioneros. + Eucaristía.
Al alimentarnos con el Cuerpo del Señor -que es la Eucaristía- nos hacemos más "CUERPO DEL SEÑOR" que es la Iglesia. Nos reúne
como comunidad. + Reconciliación o Penitencia. En este sacramento el acercamiento a Cristo que padece por
nosotros, cambia nuestros corazones dándonos el perdón de Dios y de la Iglesia. + Unción de los enfermos.
Por la unción con aceite bendecido, el enfermo es unido a Jesús sufriente para que tenga los mismos sentimientos de Cristo
ante el dolor y llegue aún, a curar su dolencia. + Orden sagrado. (Obispo, Presbítero, Diácono). Este sacramento
une de tal modo al Señor que da al que lo recibe la capacidad de presidir y servir a la comunidad en nombre de Cristo, cabeza
y servidor de la Iglesia. + Matrimonio. Así como Cristo, con amor fecundo, se entregó del todo, hasta la
muerte, por su pueblo, así se entregan mutuamente para siempre y con amor fecundo los esposos. El Señor los hace de ese modo
signos vivientes de su amor salvífico y fecundo por la humanidad.
8. ESQUEMA DE CELEBRACIONES. La liturgia es "maestra" para cualquier celebración cristiana. Por eso nuestras
celebraciones, con gran elasticidad y libertad, siguen el esquema que durante siglos se fue plasmando en la liturgia.
- Encuentro: la comunidad se reúne, canta, se espera, se saluda, se va constituyendo en asamblea. - Oración:
para encontrarnos con el Señor conscientemente. - Palabra: escuchamos y cantamos (salmo) lo que Dios nos dice. Siempre
tiene que estar en la primera parte de la celebración. - Homilía - Comentario: tratamos de aplicar la Palabra a
nuestra vida y a nuestra situación de hoy. - Oración letánica: donde le presentamos a Dios las necesidades de la
Iglesia, del mundo y nuestras. - Rito, Gesto, Símbolo: algún gesto que haga palpable y visible lo escuchado, reflexionado
y pedido. - Padre Nuestro: nunca puede faltar la oración que nos enseñó Jesús. - Comunión: si se comparte
la comunión, éste es el momento. Dejar luego un tiempo de silencio y oración. - Canto - Despedida: lo que celebramos
tenemos que llevarlo a la vida.
9. OBSERVACIONES PRÁCTICAS. * Respetar los silencios: en la "liturgia penitencial", en el "oremos", después
de la homilía, después de la comunión... * Respetar la participación: que nadie monopolice la celebración. Hay que
respetar los roles y las capacidades, y diversificar los ministros. Ejemplo: quien lee la Palabra debe ser alguien
que lea bien, de lo contrario impide la participación del resto porque no entenderán lo que leyó. La que celebra
es la comunidad reunida, no sólo los ministros (que están al servicio). * Preparar siempre bien las celebraciones.
Esto incluye las moniciones, la designación de quienes prestan los servicios, los cantos, el arreglo del lugar y la preparación
de los elementos a utilizar. Y esta preparación debe ser obra de un grupo, no de una sola persona. * Hacer funcionar la
imaginación y la creatividad en intenciones, oraciones, ritos y signos. (No es lo mismo creatividad que espontaneidad
o improvisación). * No confundir celebración alegre con celebración ruidosa o chabacana. * No hacer o cambiar
nada "porque me gusta" o "porque queda bien"; sólo hay que hacer lo que tiene sentido, lo que nos hace crecer como
comunidad y nos acerca a Dios. * Buscar la belleza y la simplicidad simultáneamente. * Siempre tiene que
ser claro para todos los participantes que la asamblea es convocada por Dios, por su Palabra, con motivo de algún acontecimiento,
(no es convocada por el acontecimiento en sí mismo o por alguna persona en particular). * El guía tiene que ser
un animador de la celebración, no una persona que se limita a leer un guión escrito. * No hacer de la Misa o celebraciones
un hecho "infantil". En general, no es conveniente que sean niños los que leen la Palabra de Dios o guían, así como
no pueden ser ellos quienes distribuyen la comunión. Que participen de otro modo: cantos, colecta, presentación de ofrendas,
monaguillos, ujieres...
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